Según la leyenda, Roma fue fundada en el 753 a.C. por Rómulo. En el año 509 a.C., se convirtió en una república gobernada por el Senado y el pueblo romano. Durante este periodo, conquistó el resto de Italia y luego se expandió a Francia, España, Turquía, el norte de África y Grecia. Sin embargo, la república se derrumbó a finales del siglo I a.C. y comenzó una guerra civil.
En el año 31 a.C., Octavio, hijo adoptivo de Julio César, derrotó a Cleopatra y a Marco Antonio en Accio, poniendo fin a la guerra. Aunque muchos esperaban que se restaurara la República, se formó un nuevo sistema político y el emperador se convirtió en el centro del imperio.
En teoría, Augusto (como llegó a llamarse Octavio) sólo era el primer ciudadano y gobernaba con el consentimiento del Senado, pero de hecho era la autoridad suprema del Imperio, e incluso podía transmitir sus poderes a un heredero.
El Imperio Romano gozaba de gran prosperidad a medida que conquistaba más ciudades, y los bienes, las personas y las ideas circulaban libremente. Los emperadores expandieron el territorio de Roma por el Mediterráneo, Gran Bretaña, gran parte del norte y centro de Europa y Oriente Próximo.
Pero Roma no sólo ocupó gran parte del mundo conocido en su apogeo, sino que existió durante casi mil años. Su legado se percibe aún hoy en la cultura occidental en muchos ámbitos.
Características
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Romanización
La cultura romana es muy amplia y se elaboró durante el Imperio. Sus instituciones e infraestructuras fueron codiciadas por diversas civilizaciones que deseaban beneficiarse de las ventajas que proporcionaban. Los romanos, convencidos de la superioridad de su sistema, lo impusieron al pueblo conquistado, lo que se conoció como romanización.
Sin embargo, una peculiaridad de los romanos es que no rechazaron la cultura de los pueblos conquistados. Al contrario, añadieron elementos a los suyos. Esta característica de la romanización pretendía facilitar la incorporación de nuevos pueblos al modo de vida romano.
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Latín
Los habitantes de las provincias conquistadas podían participar en las nuevas actividades aportadas por los romanos: negocios, ceremonias religiosas y vida pública. Para ello, tuvieron que utilizar la lengua de los romanos, el latín, que se extendió muy rápidamente por gran parte de Europa occidental. Muchas lenguas evolucionaron a partir de ella y se denominan «lenguas romances», como el francés, el español, el portugués, el italiano y el rumano. Unos ochocientos millones de personas hablan hoy una lengua románica.
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Infraestructura
Poco después de conquistar un nuevo territorio, los romanos construyeron infraestructuras que cumplían diferentes funciones. Algunas servían para demostrar el poder de Roma, mientras que otras tenían como objetivo mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la región.
Entre las principales obras de la infraestructura romana se encuentran los acueductos, que se construyeron en todas partes y tienen la ventaja de llevar agua potable a los centros de las ciudades. Para sortear los obstáculos geográficos, se construyen puentes e incluso túneles para que el agua llegue a ellos.
Los romanos también construyeron carreteras que contribuyeron a aumentar el comercio y ayudaron a sus ejércitos a desplazarse rápidamente. Muchas de estas carreteras siguen en uso hoy en día.
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Religión y arquitectura
La religión y la arquitectura romanas están muy influenciadas por la cultura griega. Los dioses presentes en la religión griega se encuentran casi todos en la religión romana con diferentes nombres. En cuanto a la arquitectura, una vez más, los romanos se inspiraron en la arquitectura griega cuando emprendieron la construcción de sus edificios.
Entre estas construcciones se encuentran los arcos del triunfo, monumentos levantados en honor a los generales romanos que regresan a Roma como vencedores. Con el tiempo, se levantaron en diversos lugares del Imperio para conmemorar acontecimientos importantes.
Por último, el último periodo del Imperio Romano tuvo un gran impacto en la religión europea con la difusión del cristianismo. Roma fue la cuna de la Iglesia Católica, que tendría una gran influencia en Europa durante los siguientes mil años. En la actualidad, el cristianismo es la mayor religión del mundo.