Las encomiendas se establecieron en la América Colonial en 1503 en la isla de Cuba, remontándose al sistema utilizado para premiar a los soldados que se distinguían en la Guerra de la Reconquista en la propia Península Ibérica.
El gran objetivo de las encomiendas en América era el colonialismo y el metalismo, siendo estas dos características parte del llamado sistema mercantil, que garantizaba la riqueza a la metrópoli (potencia colonizadora).
¿Qué es la Encomienda?
La encomienda, en definitiva, era la tierra conquistada y cedida por la Corona española a los señores (encomenderos), cuyo objetivo era generar beneficios para ellos y para la metrópoli mediante la explotación de la mano de obra indígena.
El encomendero tenía dos responsabilidades básicas, que eran la evangelización de los pueblos indígenas, así como el empleo de los nativos para diversas actividades laborales.
Estas actividades estaban sujetas a la disponibilidad de lo que se pudiera plantar o recolectar en la región de la encomienda, y la quinta parte del beneficio se enviaba a la Corona española.
El Quinto era un impuesto que gravaba el 20% de toda la riqueza generada en la encomienda.
Características
Monocultivo y minería
En primer lugar, el objetivo principal de las encomiendas era el beneficio, como se ha visto anteriormente.
Así, la extracción de metales preciosos era de altísimo interés para la Corona y cada encomienda estaba compuesta por un territorio y una población que, dentro de este territorio, realizaba las labores obligatorias.
El monocultivo, a su vez, se implantó para generar excedentes que serían enviados a la Metrópoli para su posterior venta o fabricación, generando también riqueza.
Antes de los monocultivos, como el del azúcar, las sociedades amerindias cultivaban varios tipos, como el propio maíz, que acabó convirtiéndose en objeto de lucro para España.
Mano de obra indígena y africana
La encomienda se caracterizó por el uso extensivo de mano de obra indígena, ya que los africanos esclavizados eran caros y la población amerindia era densa, con aproximadamente 8 millones de habitantes en 1518 sólo en Centroamérica.
La población indígena se reduciría drásticamente en las décadas siguientes, lo que provocó un aumento del comercio de esclavos.
Oficialmente, algo más de 1,5 millones de negros esclavizados fueron utilizados en la América española para sustituir a los indígenas muertos.
Catequización de los nativos
La propagación de la fe católica, a través de la catequización, fue un elemento central, y fue el resultado del acuerdo entre el papado y los Reyes Católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.
La Iglesia Católica buscaba nuevos adeptos debido a la gran pérdida de fieles a causa de la Reforma Protestante, que se habían convertido al protestantismo.
La catequización funcionaría como una «retribución» a los indígenas, que con su trabajo (obligatorio) se salvarían según los dogmas de la Iglesia católica.
Encomendero: privilegios y responsabilidades
Los encomenderos podían disponer a su antojo de las tierras y de los nativos que las habitaban, pudiendo obligarles al trabajo obligatorio y recaudar recursos e impuestos.
El encomendero tenía prohibido matar a las poblaciones nativas, que debían ser protegidas, ya que proporcionaban una mano de obra muy necesaria para los beneficios del encomendero y de la propia Corona española.
Inicialmente, el encomendero no tenía título hereditario, y se podía transmitir la encomienda hasta dos generaciones.
Sin embargo, con el declive de las encomiendas, se produjo una fragmentación y muchos quedaron como propietarios de las tierras (haciendas).
Los encomenderos eran elegidos directamente por la propia Corona.