La plutocracia es el nombre que se utiliza para representar las formas de gobierno en las que el poder queda centralizado en manos de los que tienen mayor poder adquisitivo, estableciéndose cuando los políticos debidamente elegidos acaban priorizando los intereses de aquellos grupos de los que recibieron apoyo financiero durante su candidatura.
De este modo, quienes financian sus campañas acaban ejerciendo un intenso control sobre cada una de las acciones y decisiones que toman sus representantes.
Sin embargo, no se trata de una forma oficial de gobierno, sino de un concepto muy observado en los sistemas políticos actuales.
El representante elegido comienza a deberle favores a sus patrocinadores, generando lo que se ha conocido popularmente como «clientelismo político«.
Derivado del griego plutos, que significa riqueza, y kratos, que significa poder, la plutocracia se refiere básicamente a lo que hemos mencionado en el párrafo anterior: el gobierno por la riqueza.
Esta forma de gobierno puede considerarse incluso una forma de oligarquía, ya que los grupos se organizan de manera que no se les arrebate el poder, favoreciendo no sólo a los políticos, sino también a los que aportaron dinero y apoyo político durante sus campañas.
Aunque parece ser un tema que se refiere al pasado, no es difícil encontrar ejemplos de plutocracia a lo largo de la historia, incluso en tiempos más recientes.
Esto se debe a que siempre hay un gran interés de la clase dominante en influir en el gobierno para mantener y aumentar sus privilegios.
Características
Podemos citar como características llamativas de la plutocracia:
- Concentración de poder.
- Presencia de desigualdades sociales.
- Dificultad en la movilidad social (es decir, los que pertenecen a la clase baja o media no pueden ascender, o pueden hacerlo con mucha dificultad).
- Aprobación de leyes que no protegen al trabajador, así como el uso de la violencia o incluso de leyes coercitivas, asegurando el uso de los territorios para determinadas empresas.