El desarrollo científico en los siglos pasados, por falta de difusión, es decir, porque era casi imposible intercambiar conocimientos, progresaba muy lentamente.
Los descubrimientos se registraban en manuscritos y pocas personas tenían acceso a ellos. Muchas veces, científicos de diferentes países trabajaron en el intento de un mismo descubrimiento, todos ellos recorriendo los mismos caminos sin saber los unos de los otros.
Fue en el año 1456 cuando el inventor alemán Johannes Gutenberg hizo su Biblia, impresa con tipos móviles. Se abrió el camino para la difusión cada vez más rápida del conocimiento a través del texto de divulgación científica.
Una sola copia de los registros de un descubrimiento podría haber requerido antes meses de trabajo. Tras la invención de Gutenberg, se podían hacer muchas copias en pocos días.
Esta expansión del conocimiento, que se produjo con inmensa rapidez, se limitó todavía al ámbito científico y universitario. Los laicos siguieron viendo el mundo como lo habían visto sus antepasados.
Recién en el siglo XVII empezaron a aparecer periódicos con una periodicidad regular y dedicados, al principio, a anuncios locales, pero más tarde empezaron a informar de los principales acontecimientos políticos y económicos de la ciudad y del país.
Los periódicos y las revistas fueron los vehículos que iniciaron la tarea de llevar los conceptos científicos al público en general, utilizando un lenguaje accesible para todos.
Características
Contexto
Los periódicos y las revistas se dieron cuenta de la avidez con la que el público en general consumía conocimientos científicos. Por ello, muchas de estas publicaciones periódicas introdujeron, en sus páginas, secciones de divulgación científica.
Se publicaron artículos sobre astronomía, física y otras disciplinas, así como textos que recomendaban hábitos más saludables, como el valor de ciertos alimentos, etc. Todo ello formulado a partir de investigaciones y descubrimientos científicos.
Es importante destacar que los textos de divulgación científica no siguen la formalidad que guía al texto científico.
Estructura
Como se transmiten por varios medios de comunicación, como periódicos, revistas, libros o medios electrónicos, y estar destinados a un público compuesto por varios interlocutores, los textos de divulgación científica no pueden presentar una estructura rígida.
Estos textos pretenden acercar al gran público al conocimiento científico, por lo que deben ser atractivos, y que se alejen de los estándares oficiales del texto científico.
En general, los párrafos iniciales presentan el tema o la idea principal. En los siguientes párrafos, el tema se desarrolla con el uso de argumentos y datos apoyados en fuentes científicas, pudiendo tener como recursos: comparaciones, datos estadísticos, relaciones causa-efecto, etc.
Idioma
Como todo texto informativo, el de divulgación científica exige claridad y objetividad. Sin embargo, cabe señalar que incluso en los textos científicos, formulados para circular entre especialistas, hay interferencias de subjetividad, que aparecen desde la elección del tema estudiado hasta los resultados finales de la investigación.
Sin embargo, el científico debe evitar, en la medida de lo posible, mezclar la opinión personal con los resultados de la investigación.
En general, el texto científico se produce en tercera persona, es decir, totalmente impersonal. En cambio, el texto de divulgación científica, por ser menos riguroso, admite pasajes en los que se revela el yo del emisor.
En cualquier caso, el lenguaje debería simplificarse en relación con el texto científico, ya que está destinado a los no cultos en general.